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Real, Pontificia, Antiquísima, Ilustre, Franciscana y Penitencial Hermandad y Cofradía del Señor Atado a la Columna y de Ntra. Sra. de la Fraternidad en el Mayor Dolor

Carta del Hermano Mayor a los cofrades

Los cofrades acabábamos de celebrar las fiestas de Navidad, con nuestras reuniones familiares y con las actividades de eucaristía, belén, etc., y sin darnos cuenta nos metimos en la siempre esperada celebración de Reyes sabiendo que ya, muy pronto, iba a comenzar la frenética actividad que durante tres meses suele rodear la preparación de nuestras procesiones.

Así llegaron los repartos de documentación de la sección de instrumentos y su reunión general en Santiago, la donación de sangre, las comidas del Refugio, el traslado de material a los campos de fútbol, etc. Y comenzaron los ensayos generales con la ilusión de todos los años, con casi 500 cofrades dispuestos a desafiar al frío y al cierzo los días que nos tocara.

En la junta llevábamos nuestra preparación también con nuestras reuniones. Una gran noticia que teníamos para este año, la entrega en usufructo del Cristín por parte de las madres dominicas, nos hacía esforzarnos un poco más en la preparación de una procesión especial el Domingo de Ramos intentando montar algo a la altura del acontecimiento.

Todo iba bien y la Cofradía además este año se veía especialmente agraciada con la concesión de varias distinciones: la medalla de socia de honor de la Asociación Los Sitios, el XI galardón “Rotonda Cesaraugusta” y una mención honorífica del Sanedrín de la Semana Santa con motivo del nuevo paso.

Los días iban pasando, creíamos que con normalidad, y se hicieron las reuniones de pasos y atributos, se presentó el cartel de la Semana Santa y la pregonera, el acto del envío tuvo lugar en San Felipe, …

Aun avanzamos más, ya que llegamos a inaugurar y visitar la exposición en el Museo Alma Mater, nos impusimos la ceniza, fuimos a la cárcel de Daroca, rezamos el vía crucis el primer viernes de Cuaresma en la parroquia, incluso los pequeños y mayores nos presentaron las impresionantes marchas que habían preparado en un precioso día de ensayo solidario (con una gran participación) que, desgraciadamente, iba a ser el último que íbamos a poder disfrutar.

Habíamos sido felices y no lo sabíamos. La felicidad que la vida nos da en su día a día pocas veces la valoramos y, más bien, nos parece que es el estado normal, hasta que pasa algo.

Y pasó. Así, desde finales de diciembre había una noticia sanitaria dando vueltas que, parece ser, por estar muy lejos, de momento preocupó muy poco en nuestro país. Pero los virus, coronavirus o no, no tienen fronteras y avanzan poco a poco sobre todo si, como pasó, no les damos la importancia que tienen. Y así en poco tiempo se inició la tragedia en Italia. Y seguimos sin verlo. A los que deberían haber puesto alguna medida no les interesó, al revés, actuaron de forma inconsciente promoviendo ciertas asociaciones multitudinarias. Y finalmente llegó a España. Y claro a Zaragoza. Madrid comenzó a ser una catástrofe que todavía no os imagináis. Entonces por fin nos pusieron en estado de alarma y todo se suspendió: primero el concurso y exaltación, luego los ensayos, la exposición, el capítulo y, finalmente, y por decisión de Junta Coordinadora, Arzobispado y por el sentido común, todos los actos de Semana Santa. Y se cerraron las iglesias. Y nos quedamos así, como estamos, confusos y preocupados por las noticias y vacíos de una Semana Santa que nos ilusionaba. La vida es tan bonita que a veces se tuerce para centrarnos y recordarnos que somos unos seres débiles y mortales.

Pero tener esperanza hermanos. Vienen días de lucha. Sí de lucha, os lo digo con conocimiento de causa por que la vivo cada día. Y tener también paciencia. Va a ser duro pero hay que seguir. Lo peor será para aquellos a los que les toque vivirlo de cerca por que tengan afectado algún familiar. Pero, como hacemos siempre y sobre todo cuando estamos un poco apurados o desesperados, hay que rezar. Hay que hablar con nuestro Cristo atado a la columna y con nuestra Virgen, ellos están siempre, y pedirle con fuerza que esta pesadilla vaya terminando pero, no lo olvidéis, vamos a ayudarles y, además de rezar, vamos a colaborar todos cumpliendo las normas que, ahora sí, nos dan desde Sanidad.

Pero también saber que esto se acabará. Que un día, aun creo que lejano, venceremos y nos dirán que la pandemia ha terminado. Y volveremos a estar todos juntos, como nos gusta a los hermanos. Y retomaremos la vitalidad y las actividades de nuestra Cofradía con más fuerza que nunca, saldremos adelante con nuestra unión, y esta dolorosa vivencia nos habrá ayudado a valorar las pequeñas cosas de nuestro día a día, las actividades, el poder estar con la familia y los amigos, con los hermanos, saboreando todos esos detalles que normalmente nos pasan desapercibidos y que en realidad tanta importancia tienen.

Termino enviando mucho ánimo a todos. Ahora lo importante es solucionar el problema sanitario; luego iremos retomando el movimiento. De todas formas, desde la Cofradía queremos mandaros un recordatorio por las redes todos los días en los que teníamos alguna actividad. Estar atentos, cerrar los ojos y cargaros de ese sentimiento “columno” que nos caracteriza, pensar y vivir el acto y pedir a nuestros titulares que todo esto termine cuanto antes. Transmitamos hacia los demás la fuerza que todos necesitamos y estemos una vez más juntos aunque este año sea “a distancia”. Si lo deseáis con fuerza sucederá. Un fuerte abrazo hermanos.

 

JESÚS CORTÉS

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